lunes, 12 de diciembre de 2011

El arte de pintarse de verde para vender - Sweetlove en el aeropuerto de Carrasco

No seamos inocentes: tildarse de ecologistas para vender, es una práctica generalizada, que está cada vez más de moda. Declararse verde, resulta conveniente y ventajoso, más allá de que al comerciante en cuestión le importe o no la protección al medio ambiente.
Encontrarnos con productos y empresas que dicen ser verdes para ganarse la aprobación del público, es una práctica recurrente.
El término inglés que denomina este fenómeno es “greenwashing” o “lavado verde”.
Mucha gente no tiene idea de que muchas empresas están mintiendo descaradamente o diciendo verdades a medias con fines de lucro.
La idea es dar una imagen de responsabilidad en la protección de la ecología, vendiendo un producto que no tiene absolutamente nada de ecológico.
El hecho de haber vivido los últimos 20 años de mi vida en Europa, y de haber estado en contacto con este concepto, no amortiguaron la desagradable sorpresa y repugnancia que sentí hoy al llegar al aeropuerto de Carrasco y toparme con una agresiva invasión de horrendos y enormes animales de plástico brillante, que coparon las terminales con la supuesta finalidad de “defender el medio ambiente”!
A quién se le hubiera ocurrido semejante ridiculez?!
Perpleja y asustada, me acerqué al mostrador de información para pedir explicaciones, donde me entregaron un folleto e intentaron calmarme asegurándome que podía tener la suerte de ganarme un pingüino dorado al final de la exposición de estas “obras de arte” como las llamó la recepcionista.
Qué tristeza! Sobre todo, al enterarme –leyendo apurada y nerviosa dicho folleto- que el pretendido “artista” es de origen belga. BELGA!! Se dan cuenta de la ironía?! La puerta de entrada a nuestro país, no expone obras de algún artista plástico uruguayo, teniendo tantos brillantes ejemplos!
NO! El Ministerio de Educación y Cultura prefirió apoyar a un gordo Belga, llamado “Sweetlove” (Dios nos ampare), y pagar –vaya uno a saber cuánto- la instalación de 330 enormes animales de plástico, horrendos y rígidos, la mayoría con mochilas o botellas de PET en la espalda, algunos con botas.
En el techo del stand de información, dos inmensos cuervos al acecho.
Alrededor del hall de entrada, decenas de pingüinos, perros, gatos, ranas, pájaros, de una plasticidad digna del mejor rigor mortis que uno pueda imaginar, se plantaron ahí, observando con mirada burlona (al menos yo lo sentí así), a los pasajeros y familiares acompañantes que salen y llegan a nuestro país.

Cómo podemos ser tan boludos?
El Ministerio de Educación y Cultura declaró esta exposición “de interés cultural”. El Ministerio de Turismo y Deporte la declaró “de interés turístico”. Lamentable. Yo la declaro una vergüenza.
En mis largos años de vida en Suiza, jamás presencié a un acto tan naif. Habiendo trabajado en el municipio de Ginebra, Servicio de Parques y Espacios Verdes, recuerdo el consentimiento de la intendencia para colocar temporalmente alguna vaca de plástico a escala 1:1 por la ciudad. Evidentemente nunca se les ocurrió decir que éstas vacas eran portadoras de un mensaje de protección a la naturaleza, y aún menos rifarlas o venderlas a los ciudadanos. Eran publicidad de algún producto lácteo, y punto!


Saben a cuánto vende el belga éste uno de sus espantosos elefantes rosados con championes? Vayan a vichar en Google y verán que no miento. La rana más barata cuesta USD 1’500.- Y yo pregunto… Ud donde la pondría? En el lugar del enano de jardín?
No sólo es absolutamente antiestético desde el punto de vista artístico, sino totalmente inútil desde el punto de vista práctico.
Nos siguen vendiendo espejitos de colores… se ve que es nuestro karma.
El gordo Sweetlove se está haciendo la pelotita, y nos promete a cambio un pingüino de plástico salvador de la ecología planetaria. Seremos giles?

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